...Durante el confinamiento...

Rara vez nos damos cuenta
de que estamos rodeados 
por lo extraordinario
 (Paulo Coelho)

Y lo más EXTRAORDINARIO que tenemos son las PERSONAS. 


Quiero dedicar el relato a mi hijo David, y a los que como él, enfermeros, médicos, auxiliares, limpiadores...arriesgan su salud e incluso sus vidas día a día para salvar la de otros. Por que la valentía está en enfrentarse y superar el miedo y ellos lo hacen día a día. Por que la generosidad, no es dar lo que te sobra, sino compartir lo que se tiene y porque sé, tengo la certeza absoluta, de que él, y muchos como él, han ido más allá de su trabajo y pese a su miedo, a su dolor, han llenado la soledad y el desamparo de muchos de los que en esta crisis nos han dejado y los han acompañado...hasta su final.


Y yo, con mis 59 años, jamás, jamás, me he enfrentado a una situación tan terrible, tan desoladora, tan profundamente amarga, como la que ha enfrentado él con sus 31 recién cumplidos.

Y ellos, lejos de las técnicas y tácticas militares, de sus recursos, de sus conocimiento ante este tipo de situaciones, han sido soldados situados en la primera línea de batalla, pero sin armas con qué defenderse y ante un enemigo implacable e invisible. 


Gracias David, gracias a todos vosotros.
Gracias por estar aquí.


Tiempos extraños me toca vivir. Jamás, ni se me pasó por la imaginación lo que estoy viviendo ahora. Nunca pensé que lo había visto todo, pero esto…Parece que me encuentro dentro de una película de ciencia ficción, de esas de la sexta de catástrofes naturales. Pero no es una película, es una tremenda realidad.

Y es que me encuentro en medio de la mayor pandemia que ha conocido la humanidad: el Cobid 19 o popularmente “corona virus”, así que he comenzado la tercera semana de confinamiento en mi casa. Supongo que dentro de unos años esto pasará a ser algo anecdótico, pero ahora es algo que roza casi la irrealidad, pero tremendamente real. Y como siempre, la realidad supera la ficción. Y nos toca más de cerca por nuestro hijo mayor, enfermero y que día a día se expone a este temible virus sin medios, como todos ellos, desinfectando y reutilizando equipos y confiando únicamente en su sistema inmunológico, pensando que tarde o temprano se infectará. Su boda, planificada para dentro de 4 días, el 3 de abril, ha saltado por los aires. La firma, la celebración con la familia y amigos, los viajes…y sin saber cuándo podrán retomarlo, ni ganas de pensar en ello. Aislado en su casa para no poner en peligro a nadie, ve pasar los días con incertidumbre y temor. Y también nos preocupa su estado emocional porque día a día se enfrenta a situaciones personales muy duras, al dolor, el miedo, la muerte…Y es que esta es la enfermedad de la SOLEDAD, donde los afectados, mueren solos y las despedidas no pueden existir. Y ellos, primera línea del frente, tratan de cuidar y recuperar pero también de dar ese calor, de llenar ese vacío,  de dar la mano y llevar de ella a aquellos que no han podido con esta terrible enfermedad. Y deseo dejar constancia de esta extraña época porque en unos años, será solo un mal recuerdo y posiblemente generaciones futuras, hasta lo olvidarán.

Me encuentro en mi casa de Boadilla del Monte, junto a mi marido. Tan solo me quedan a fecha de hoy 10 meses y unos 15 días para poder jubilarme. Eso al día de hoy, porque las consecuencias económicas de esto aún son incalculables. Y estoy con teletrabajo, algo que también estaba muy lejos de mi imaginación cuando hace más de 30 años comencé a trabajar para la Administración. Entonces no había ni máquinas de escribir eléctricas. Así, he pasado de las máquinas en la que te dejabas el dedo apretando la tecla y un error mecanográfico tardaba mucho tiempo en corregirse, donde las fotocopiadoras eran un escaso bien y se usaba el “papel carbón”, pasando por las máquinas eléctricas hasta que empezaron los ordenadores, el Word star, el Word perfect, el Word….Y  hoy, después de 35 años en mi casa puedo hacer el mismo trabajo que en la mesa de mi despacho, utilizar los mismos programas, acceder a los mismos documentos. Me ha parecido casi mágico.

Y casi cuatro meses después, me puedo poner a “pulir” el relato que comencé a escribir en su día, a finales de noviembre de 2019.

Y llego el día, el del estreno de nuestra autocaravana, momento deseado y también temido. No somos nuevos en el tema así que la ilusión de una nueva siempre se ve enturbiada por la preocupación de si colmara nuestras expectativas y si tendremos suerte con ella. Cuestan mucho dinero, suponen un gran esfuerzo  para economías sencillas como la nuestra, así que no podemos evitar la preocupación.

Esta autocaravana tenía varias ventajas sobre la otra, la primera, un gran salón con sofás que nos permitirían echarnos la siesta cómodamente. Tiene capacidad para 6 personas  en “comedor” así que solo para nosotros casi que podríamos bailar. La mesa está muy bien pensada ya que su superficie se desplaza horizontalmente en todas las direcciones en función de las distintas necesidades o usos que  se hiciera de ella según los momentos. Para comer la adaptamos al número de comensales centrándola para nuestra comodidad, o apartándola hacia un lado si se está viajando permitiendo el paso  cómodo de la cabina a la cocina o baño situados en la parte trasera. En este último caso la pegamos a un extremo para dejar un cómodo pasillo por el que circular.

Y es que de  cara a mi próxima jubilación  en la que previsiblemente  viajaremos más buscamos algo mas cómodo. Además de poder estirarme sobre el sofá,  me permite estar recostada con los pies encima en una posición que me resulta muy cómoda. Otra novedad ha sido la TV que la hemos incorporado, lo que hace que nos sintamos aun como más en casa.

El frigorífico es también de mayor tamaño y de acceso mucho más cómodo. Ya no tengo que agacharme para extraer las cosas.  Lo mismo la cocina con una buena encimera en esquina  con espacio suficiente con lo que no tengo que estar administrándomelo de forma continua si quiero que me quepa todo mientras la utilizo.

El baño tiene la novedad de tener la ducha separada y la cama también es de mayor tamaño y acceso mucho más sencillo. Desciende eléctricamente del techo hasta quedar sobre los sofás en su posición más baja existiendo otra posición superior  que permite poder montar una segunda cama también de 149x200 debajo usando la mesa y los sofás para dar cabida a cuatro personas en dos camas dobles superpuestas.. Así durante el día disfrutamos de un salón amplio y por la noche de una buena cama en un espacio de unos 10 m2.

Tiene negativo en relación con la anterior su tamaño, ya que aunque tiene la misma longitud, 6 metros, es más ancha y más alta lo que va a dificultar que nos movamos  por carreteras estrechas como nos gusta hacer. Añado otro aspecto negativo como es carecer del garaje que tenía la otra. Aquí solo tenemos un armario alto,  un hueco de 45 de ancho por 2 metros de alto que tendremos que “personalizar” en función de nuestras necesidades. Cierto es que el garaje de la hobby transportaba cosas inútiles, como una tumbona de playa que solo usaba dos días al año, u otras cosas cuya utilidad era dudosa, pero como cabía allí iba.
Y en el interior de la autocaravana han desaparecido muchos espacios interiores que tenía la otra. Pero según vamos administrando el espacio que tenemos ahora, nos damos cuenta que no es así y que la capacidad interior de la benimar es considerable resultando ser similar al de la hobby. Más aún cuando Angel consigue hacer una cajonera para la parte inferior del armario ropero que contiene cinco cajones, tres un poco más pequeños y dos altos con una buena capacidad interior. Así, según vamos administrando los espacios interiores nos vamos dando cuenta que ambas eran muy similares en cuanto a capacidad y que en realidad la única diferencia va a ser la ausencia de la bodega que tenía la otra.

Un aspecto que me ha sorprendido es que la cama no queda todo la baja que a mi me hubiera gustado y tengo que facilitar el acceso a ella o la bajada con un taburete ya que si no tendría que dar un saltito, pequeño pero no agradable. Este taburete además me permite acceder a los muebles superiores de la cocina y a la apertura de la claraboya.

Exceptuando esto que lo vamos salvando con ingenio y orden  en general hemos mejorado y el resultado es positivo. Creo que hemos ganado más que perdido aunque lo que más me cuesta asumir es perder el pequeño tamaño de la otra que la dotaba de más agilidad.

En fin, que llego el día de estreno. Yo me había dejado una semana para ello y el sábado antes de comer pusimos rumbo a Murcia. Mismo destino que cuando estrenamos nuestra autocaravana anterior la hobby van. Nos gusta esta región, sus playas tranquilas y solitarias que van desde Mazarron hasta Almeria.

Además tenía mucha ganas de visitar la geoda de Pulpí, abierta en agosto pasado, así que diseñe un viaje centrado en la visita a la geoda y entre medias, lo que surgiera.

Quizás me demore algo en comprar las entradas para la geoda, (http://www.geodapulpi.es/)  pero no me podía imaginar que podría tener problemas para un día de diario del mes de diciembre, la semana anterior al puente de la constitución, pero así fue, y no encontré entradas para el miércoles, al menos a una hora que nos permitiera salir con luz, y que tuve que retrasarlo al jueves.

Para llenar el resto de los días busqué una actividad en Calasparra, el descenso del Cañón de los Almadenes, un espacio natural que parecía ser hermoso. Y para la mañana del día siguiente, la visita a las minas abandonadas de Mazarrón, por las que habíamos pasado mil veces y nunca nos habíamos detenido. El resto de los días, martes y miércoles, para pasear.

Así salimos el sábado con mucha tranquilidad para dirigirnos a Chinchilla de Montes en Albacete, a su área para autocaravanas a donde llegamos sobre las 18,30. Sitio estupendo, plano, protegido aunque no había agua.

Hasta entonces todo transcurría según lo previsto.

Disfrutamos de nuestra primera noche, de la comodidad de nuestra nueva autocaravana, de la Tv, aunque Angel se quejó porque dijo sentir que perdía algo, y a la noche, de nuestra cama más amplia y más cómoda.

El día siguiente amaneció con un bonito cielo azul y pusimos rumbo a Calasparra para descender el Cañon de los Almadenes, a donde nos habían citado a las 10,30. Pero empezamos a tener problemas. El primero, el navegador que se apagaba. Deduje que quizás por los años que tenía habría perdido la batería y tendría que llevarlo siempre conectado y así lo hice no volviendo a dar fallos.

El segundo fue un pitido que aparecía  cada cinco minutos y que localicé en  la pantalla de la cámara de marcha atrás ya que el panel de control  general de la autocaravana no mostraba ningún aviso.

Y la radio, tampoco funcionaba. Ya lo habíamos observado antes. Se apagaba al minuto por lo que pensamos que podría tener alguna programación, pero no conseguí  resolverlo pese a ser muy persistente toqueteando todos los botones después de comprobar que las instrucciones de la radio no decían nada. Añadir que nos tuvieron que cambiar la autorradio en la Ford.

Llegamos tan solo quince minutos antes a nuestro destino. (38.263167; -1.620270) Y  apareció el cuarto problema,  no nos funcionó la alarma. Parecía que el día no habías comenzado bien.

A la hora acordada, puntualmente apareció uno de los miembros de la empresa organizadora en una furgoneta y nos reunimos formando un  grupo algo heterogéneo de  seis personas: dos  jóvenes amigas, una madre con su hijo, un padre con su hijo holandeses y nosotros dos. Nos dijo que condujéramos nuestros vehículos detrás de él unos 2 km.

En un punto determinado nos detuvimos y dejamos nuestros vehículos para tomar su furgoneta que nos transportaría al  lugar de embarque. Allí, ayudados también por quien sería nuestro guía, Jesús, nos pusimos los chalecos y los cascos y subimos en una balsa neumática armados con los respectivos remos.

Y tras darnos unas breves explicaciones de cómo usarlos, subimos a la balsa y lentamente nos desplazamos por el rio con poca agua al principio ya que en algunos puntos topamos con bancos de arena en el fondo, pero luego ganamos profundidad sin tener ya mayores problemas.

Y lentamente nos fuimos deslizando río abajo, observando la vegetación de ribera que nos rodeaba y que nos iba también explicando Jesús. Yo, al comprobar que las jóvenes que se ofrecieron para ser traductoras de los holandeses fallaban, tomé el relevo convirtiéndome  en otra traductora improvisada. En el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Ese fue mi caso, pero con buena voluntad por ambas partes conseguimos que se fueran enterando de lo que Jesús nos contaba.
Álamos blancos, negros, pinos, adelfas, carrizos, poblaban las orillas del rio. Vimos ánades reales y un cormorán y seguimos deslizándonos suavemente.

Según nos dijo Jesús en verano esto era una romería con el rio lleno de barcas añadiendo que la mayoría de los turistas terminaban en sus aguas. Entonces comenté  que menos mal que no había venido en verano porque me habría enojado mucho mucho. No por la amenaza de acabar en remojo sino por el jaleo, el ruido, la gente, que cada vez me incomoda más y mucho más en estos espacios naturales donde supuestamente se viene a disfrutar de la paz y el silencio que emanan estos parajes. Sencillamente no lo resisto.

Así que me pareció un privilegio disfrutar casi en soledad de este plácido descenso. Solo por breves segundo nos manteníamos en silencio, disfrutando de él, por  breve que fuera, de las espectaculares pendientes verticales del cañón, de la vegetación, de las hojas que se desprendían suavemente de los árboles en una caída hacia las aguas que casi se convertía en una suave danza... Un placer.

Paramos en la cueva de las nutrias donde Jesús nos dijo que vivía una pareja de ellas. Nos enseñó su “water y dormitorio” comentando que había túneles que conectaban donde estábamos, la orilla del rio,  hasta la parte superior, la superficie. Nos habló de lo inteligentes que eran y yo hacía lo que mis limitados conocimientos de inglés me permitían con los holandeses, aunque parecieron entenderme.

Llegamos al acceso a la cueva de los abrigos del pozo o de los monigotes pero el acceso desde el río estaba impracticable. La pasada Dana de septiembre había taponado la entrada con un tronco que parecía haber sido retirado, pero ahora el primer escalón de acceso estaba desprendido por lo que no podíamos entrar.
Jesús nos comentó que había un acceso por tierra y de hecho vimos una pasarela  que circulaba paralela al río  aunque era necesario  solicitar la visita a la oficina de turismo ya que tenía la puerta  cerrada. Con mucha pena ya que por lo que nos describió debía de ser digna de ver, la dejamos atrás para continuar con nuestro descenso prometiéndonos regresar por estos lares ya que a la visita a esta cueva podríamos añadir otros atractivos como la Cueva de la Serreta, declarada Patrimonio de la Humanidad o la  más popular Cueva del Puerto de interés geológico principalmente. Y como Murcia nos gusta, seguro que volveremos y le podremos dedicar un día a perdernos por este rincón. 

Y llegamos al denominado paraje de la maestra, donde en la orilla izquierda quedaban los restos de lo que un día fue una escuela. Un cable aéreo cruza de una orilla a otra del río. Jesús nos dijo que de ese cable colgaba una cesta por la que los niños cruzaban de una orilla a otra. El holandés preguntó por qué hicieron la escuela al lado opuesto de las viviendas y nuestro joven guía, un poco sorprendido inicialmente por su pregunta, respondió que obedecía a la dificultad del transporte de los materiales para construirla. En aquel momento debió parecer más sencillo no transportar los materiales al otro lado del río, y sí hacer cruzar a los niños todos los días en un cesto colgante. No pude confirmar este extremo consultando a “san google”, aunque parecía tener su lógica pese a su cierta irracionalidad.  

Y aquí la garganta parece abrirse algo más aunque el paisaje seguía siendo de una gran belleza. Es difícil creer que en medio de este erial seco y llano se pueda encontrar este vergel.

Y seguimos descendiendo hasta llegar a nuestro destino unas dos horas después de haber comenzado. El trayecto se me había hecho corto.

Si bien no puedo calificarlo de espectacular, sí que es una belleza y merece la pena dedicarle una mañana a disfrutar del sosiego, la paz y verdor de sus aguas. Es un paisaje peculiar y hermoso. También es verdad que ya a estas alturas de nuestra vida es difícil sorprendernos, aunque aun hay lugares que lo consiguen.  Y es que cada vez más coincido en esa tan dicha afirmación que dice que “la belleza está en los ojos del que la mira”. Y es que verla o no verla depende de múltiples factores y en nuestro caso añadimos una variable más como es el haber visto lugares que podrían ser calificados  como deslumbrantes. Este rincón posee una belleza peculiar, y como tal, lo hace único. Disfrutarlo deslizándonos suavemente sobre sus aguas es un atractivo singular  que añade valor al lugar aunque lamento decir que posiblemente si se me hubiera ocurrido visitarlo en verano, habría perdido para mi toda su belleza. Cada uno busca en lo mismo, distintas cosas y definir su atractivo depende de en qué medida se cumplen nuestras expectativas.

Si se busca diversión, disfrutar de una actividad atractiva en un hermoso marco natural, hay que venir en verano. Si lo que se desea es descubrir un paisaje peculiar, un rincón tranquilo y único, realizando una fácil y tranquila actividad en paz y armonía disfrutando de su naturaleza, hay que hacerlo en otra época del año evitando el verano. En cualquier caso, merece la pena dedicarle unas horas.

Añadir también la amabilidad y facilidades que nos brindaron en todo momento las personas que forman la empresa, cañón y cañon multiaventura (https://multiaventura.xn--caonycaon-m6af.com/) con quienes realizamos las gestiones a través de su whatsap (609559939). La actividad cuesta 16 euros y proporcionan todo el material necesario además de un reportaje fotográfico que nos hicieron llegar puntualmente. Añadir únicamente que para poder realizarla se depende de que se forme un grupo de  personas.

Y desembarcamos en un bonito sitio que nos dijeron que en verano era usado como playa de baño. Y descubrimos unos hermosos granados de varios metros de altura que aun conservaban su fruto entre sus ramas. Así que se subieron a ellos y descargaron algunos de ellos y todos los que quisimos regresamos con la cesta de la fruta llena que a nosotros nos duraría varios días. Y es que junto a las fresas y las cerezas, las granadas son también mi debilidad.

Ascendimos hacia nuestros coches poniendo ya rumbo hacia la playa, a Mazarrón donde teníamos previsto pasar la noche.

Y allí llegamos alrededor de las 17 horas, a Cañada de Gallego, pero a otro sitio distinto a donde solíamos hacerlo habitualmente y es que allí, a donde regresamos hace un par de años, encontramos unas enormes piedras colocadas que impedían la entrada de vehículos. Así que nos dirigimos a una playa de perros, fea, como todas las de perros, donde había varías autocaravanas instaladas, algunas de ellas al mismo borde del mar (37.550765; -1.356092)

No encontramos sitio al borde, pero a Angel tampoco le gustaba, así que unos metros atrás nos instalamos. Salimos a dar un paseo por la playa y a la puesta de sol regresamos.

La noche nos envolvió pronto y en poco tiempo llegó la hora de la cena. Así que después de disfrutarla decidimos irnos  a la cama y  en contra de lo que pensé inicialmente de que la TV nos robaría sueño y nos iríamos más tarde a dormir, no fue así  y a las 22,30 estábamos ya descansando.

Las minas de Mazarrón

La mañana amaneció gris, como se había pronosticado. Y lo peor, con lluvia débil aunque si se cumplía lo previsto esto podría ir a mucho peor ya que nos amenazaba una DANA con lluvias fuertes de unos 100 l/m2, vientos fuertes y olas de cuatro metros, así que mientras que no se desataran los infiernos, decidimos intentar visitar las minas de Mazarrón si el tiempo nos dejaba e iríamos después a  protegernos al area de la Tortuga Mora en Calabardina, cerca de Aguilas, lugar en el que hace dos años habíamos estado cuando visitamos a los amigos que hicimos en nuestro viaje a Tailanda, Gerardo y Antonia. Pero en aquel entonces, al haber declarado esta zona como “espacio natural protegido”, el área estaba cerrada y nos vimos obligados a continuar hacia el sur, a Aguilas.

Así que desayunamos con tranquilidad y nos dirigimos a Mazarrón, a las minas. 

Dejamos la autocaravana aparcada en la carretera, en un aparcamiento en línea  (37.601930; -1.319065) y con un amenazador cielo de gris plomizo, tomamos una pista ancha que ascendía suavemente. Pronto comenzamos a ver a nuestra derecha los colores que caracterizan este tipo de explotaciones de hierro: los amarillos que contrastaban vivamente con los rojizos y rosados,  así como los negros, conformando un paisaje de una desoladora y peculiar belleza.


Los esqueletos de los edificios, las chimeneas sobresaliendo entre los montones de escombreras, las estructuras metálicas que daban acceso a los pozos, y los restos de otras construcciones que no sabíamos interpretar, nos acompañaron en todo nuestro recorrido mezclándose con los vivos colores y la vegetación plagada de tomillo en flor, esparto y otras plantas que sobreviven en este inhóspito paisaje.












Encontramos también algún charco de considerable tamaño de un extraño color rojo con su fondo de lodo amarillo cuarteado y al borde de una escombrera que reflejaba su imagen sobre él. Un paisaje peculiar, casi marciano, de una belleza extraña.

Asomarse a los bordes era descubrir de nuevo los contrastes de los colores, los amarillos que daban paso a los rojos, y estos a los negros o amarillos otra vez, mezclándose con el verde de la vegetación y entre este casi onírico paisaje se dibujaban los restos de  alguna construcción abandonada.










El tiempo nos iba respetando y pese al amenazante cielo, la lluvia no parecía llegar. Así que continuamos descubriendo extrañas construcciones de las que desconocíamos su utilidad, pozos, algunos de una profundidad insondable y al que daba miedo asomarse, cavidades que parecían haber sido habitadas, accesos al subsuelo, chimeneas que se elevaban solitarias sobre el horizonte y a las que llegaba una especie de gigantesca tubería de hormigón, esqueletos de edificios...en fin, otro lugar digno de ser visitado donde lo que predominan son los intensos colores, sus contrastes, un silencio casi sobrecogedor y la  extraña sensación que produce pasear por un lugar tan peculiar que en su día debió de estar lleno de vida y que ahora aparece silencioso y en un desolador abandono.


No recuerdo el tiempo que estuvimos perdidos por este lugar. Sé que le dimos la vuelta y que su extensión es considerable y sé también que me cautivó. Así que para el que guste de extraños paisajes, de peculiar belleza, este es sin duda alguna uno de ellos. Y por supuesto, al que le guste la fotografía, también ofrece imágenes impactantes.












Y justo cuando llegábamos a la autocaravana rompió a llover débilmente.

Pusimos rumbo hacia el área en Calabardina por carreteras normales, evitando la autovía ascendiendo por una sinuosa carretera que nos descubrió el mar de plásticos contrastando con el color verde de esta época del  año siguiendo las indicaciones que nos dio el navegador hasta que a unos 5 km nos encontramos el acceso cortado por una balsa de agua  y la carretera en mal estado. Así que decidimos buscar alternativa con el navegador no sin antes preguntar a un turismo que salía de una explotación agrícola. Nos dijeron que se preveía muy mal tiempo y que tuviéramos cuidado de donde nos metíamos ya que el barro podría impedirnos salir, que evitáramos las ramblas, etc.,  así que un poco más encogidos por estos consejos y siguiendo las indicaciones del navegador, pusimos rumbo a Calabardina para después de atravesarla dirigirnos  hacia el área a pocos km. Y nos tranquilizamos al comprobar que el acceso era bueno, estaba asfaltado y el suelo del área tenía gravilla así que buscamos a su propietario, Domingo que estaba instalando a otros autocaravanistas.

La Tortuga Mora

El área es estupenda, cuidada, tranquila, con una playa que aún no hemos podido disfrutar ya que prácticamente no ha dejado de llover. Domingo la tiene muy cuidada y parece muy tranquila. Dispone de unos baños y un lavabo para fregar platos. El agua potable se paga a parte ya que nos dijo que la tienen que traer en tanques. 7 euros noche, más 3 por electricidad.

Domingo nos había reservado un sitio estupendo con unas hermosas vistas al mar. Lo agradecí enormemente, sobre todo porque no nos conocía de nada, tan solo de hablar con él por teléfono para preguntarle si estaba abierta ya que en la página web de  areasac no figura este lugar.

Y aquí estamos (37.447630; -1.483076), resguardados en este bonito lugar, con la vista del “dragón” (una lengua de tierra que se introduce en el mar). 




Debemos ser los únicos españoles de toda el área que ahora por la noche parece completa. Según nos ha dicho el hijo de Domingo, algún que otro cliente  que estuvo días atrás y dejó el área, ha regresado, supone que a buscar la protección por el temporal que se avecina y es que los pronósticos no son nada alagüeños aunque ahora por la noche ya, ha cesado de llover. Si el tiempo nos lo permitiera, querríamos pasear mañana por la costa hacia el norte. Domingo nos ha dicho que hacía allí  hay 6 km estupendos que nos van descubriendo calas y luego hacia el sur hay otra senda, hacia la oreja del “dragón”  desde donde se tienen unas bonitas vistas, aunque nos dice que este último no es por la playa.

Pero mucho me temo que no podremos. Y además, no cogemos ningún canal de TV, lo que sumado a que tampoco tenemos radio...supone un casi “apagón informativo” a no ser porque tenemos WiFi del propio área y eso nos permite al menos escuchar la radio vía internet. Pero no he sido capaz de que funcionara ninguna descarga  de aplicación en la tableta para ver la TV y justo aquí que vamos a estar dos días. En fin, al menos hemos hablado con roulot que nos dice que la alarma posiblemente no funcionara porque no la hemos puesto bien, y para el resto de los problemas quedamos pendientes de que busquen información.

Esperemos que todo se quede en esto, porque según escribía, se me ha apagado el ordenador que está conectado a la luz,  dos veces ya que su propia batería, por viejo, no funciona, y no sabemos si son micro cortes del área, o hay algún fallo en la entrada de luz  de nuestro vehículo. Nos inclinamos más por lo primero, extremo que confirmamos.

Ahora solo oigo únicamente el tecleteo de mis dedos golpeando y al fondo, las olas batiendo sobre la playa. No llueve y la oscuridad, exceptuando las pequeñas luces del suelo, es casi total.

Y al día siguiente prácticamente no dejó de llover. Cuando parecía parar y nos animábamos a salir, de nuevo regresaba la lluvia y  el viento. Así que no tuvimos más remedio que permanecer encerrados en la autocaravana y...prueba superada. Hemos estado más de un día sin salir de ella y no hemos echado de menos nada, es más, ni siquiera echábamos en falta la TV, pero nos encontramos a gusto.

Las vistas eran inmejorables, la playa de frente, el mar muy revuelto, el cielo plomizo fundido casi con en el horizonte con el mar rugiendo cuando reventaban las olas en la playa...no necesitábamos nada y nos sentimos muy cómodos. Tan solo salimos para comprar pan a una alemana que lo traía dos días por semana y que me dió un buen estacazo, 2,80 euros por una barra y un trozo pequeño de tarta de manzana, buena, sí, pero cara. También hemos charlado con Domingo, el dueño de esta área, de conversación amable y fácil,  y también con nuestro vecino belga persona muy comunicativa, pero nada más.

Y la noche se vino encima y a través de internet conseguí bajarme una aplicación para poder ver la TV. Me costó estudiar y probar, pero lo conseguí, así que accedimos a las imágenes de lo que estaba ocurriendo en Los Alcázares y en San Javier donde una vez más, y tan solo un mes después, volvían a sufrir graves inundaciones.

La mañana nos sorprendió con una mar mucho más tranquila y un cielo plomizo, pero abierto. Según fue  transcurriendo ese cielo plomizo comenzó a romperse apareciendo pedazos blancos e incluso  dejando entrever algo de cielo azul así que sobre las 10 decidimos iniciar un paseo por el sendero que se dirigía hacia el norte y que va recorriendo junto a la costa el parque regional.

Vegetación baja, típica de esta zona, resistente al viento, a la sal, y debía de haber mucho bichín porque Tula estaba desatada y se perdía con mucha facilidad.

Anduvimos por unos caminos muy fáciles, planos descubriendo pequeñas calas en las que el temporal había ido devolviendo  toda la guarrería que antes le habíamos dejado al mar.  Así a un lado de nuestro camino nos acompañaba un Mediterráneo tranquilo iluminado por una tenue luz que se filtraba por los nubarrones, y por el otro, terreno de vegetación baja y al fondo, de cultivo.

Cuando llevábamos cerca de dos horas decidimos regresar. Y en nuestro regreso una anécdota. Vimos acercarse un rebaño de ovejas e inmediatamente recogimos a Tula. Ovejas y perro pastor suelen ir juntos. Pero de pronto vemos aparecer un turismo audi rojo, viejo y el pastor que desde su interior conducía el rebaño. Y no pude con la sorpresa que me produjo así que  le detuve para decirle que había visto cosas extrañas en mi vida, pero llevar un rebaño de ovejas con un audi, nunca. El hombre, mayorcete ya, detuvo el motor y nos contó el motivo de conducir su rebaño de forma tan peculiar. Era por si alguna oveja le paría. Así podía meter al corderillo en el coche. Después la conversación se inclinó por otros derroteros. Nos contó que le robaban borregos y que él no tenía nada, solo sus ovejas y que no las vendía. Luego nos ofreció generosamente unas naranjas y limones suyos, que aceptamos de buen grado. Cuando le dijimos que estábamos “donde Domingo” nos dio una naranja para él.

Y continuamos nuestro camino de regreso que terminamos cerca de las 13 horas.

Fuimos a  llevarle a Domingo el regalo de Diego el pastor y de nuevo nos enzarzamos en otra amigable charla. Domingo es un buen conversador, divertido y con un gran sentido común, además de tener una paciencia casi infinita para atender a los continuos requerimientos de toda la clientela extranjera que tiene alojada y que ha convertido en una gran familia ya que la mayoría permanecen allí varios meses y suelen viajar varios amigos juntos. Tiene las cosas muy claras, lo que quiere y como lo quiere, es firme en esto, pero a la vez es flexible y atiende en la medida en que puede. De hecho nos llamó la atención que la primera noche, con el fuerte temporal, antes de irse a su casa fue autocaravana por autocaravana llamando a la puerta y preguntando si estábamos todos bien o necesitábamos algo, todo un detalle.






Así que ya durante nuestro paseo decidimos quedarnos una noche más. Teníamos previsto bajar hacia Aguilas y posiblemente entrar en Almería, por San Juan de los Terreros para quedarnos cerca de la Geoda de Pulpí que visitaríamos al día siguiente. Pero nos encontrábamos muy cómodos y  el sitio era inmejorable, así que tras preguntar si había algún problema en prolongar un día más nuestra estancia, decidimos pasar allí el día completo y partir a la mañana siguiente a primera hora. Aprovechamos para cargar agua, 100 litros, 2 euros y le encargamos una barra de pan ya que hoy no venía la panadera alemana y nos habíamos alejado de nuestras previsiones.

Y en nada llegó la hora de comer, y después una buena siesta y luego Angel se acercó a pagar la estancia a Domingo y a despedirse de él. Pero al rato se presentaron ambos en la puerta ya que quería despedirse de mi y como no quería entrar, decidí salir yo, y de nuevo nos enzarzamos en discusiones sobre lo divino y lo humano, y entre varios temas, salieron los problemas que tenía para mantener el área abierta, luchando contra el inmovilismo de las instituciones y los intereses creados.

Así que aquí sigue Domingo, regentando un área estupenda, con cosas que podría mejorar y que va haciendo poco a poco. Y añadir otro detalle que no he mencionado que y valoramos mucho y es que para nada hay sensación de hacinamiento. No está parcelada pero mantiene mucha distancia entre una y otra autocaravana de tal manera que pese a estar  casi completa en esta época del año, y recuerdo que era primeros de diciembre, para nada da sensación de agobio como otras donde el espacio está más que medido para que entremos más y más.

Cuando le pregunté por el apoyo de asociaciones de autocaravanistas deduje por su silencio que no lo había encontrado, o al menos no como él esperaba. Así que otro argumento más que avala mi decisión de dejar de pertenecer a la PACA hace ya unos años o a cualquier otra asociación autocaravanista. Y es triste. Siempre he sido y aún lo soy, muy activa, y siempre he pensado que la única solución a los problemas de nuestro sector es el asociacionismo, el sumar fuerzas, pero lo que he ido encontrando en nuestro sector es silencio, el vacío, las luchas de poder y afán de protagonismo. Restando muchas veces en vez de sumar. Y llevamos casi 20 años en el sector. No pretendo quitar mérito a lo que se ha conseguido hasta ahora. Hace 20 años no había ninguna área para autocaravanas, ni siquiera eran conocidas aquí. Ahora gracias a las asociaciones cada vez hay más y parece que los distintos municipios empiezan a ver los beneficios económicos que pueden obtener de nuestra forma de viajar, aunque sigue habiendo mentes estrechas por un lado e intereses creados o luchas  por otro que impiden sumar y casi que restan.

Mientras que comíamos vimos llegar una camper polls británica con carro que se quedó justo frente a nosotros. Nuestro vecino británico salió a saludarles muy efusivamente charlando entre ellos y mirándonos de vez en cuando. Pensé que posiblemente estaban esperando a que liberáramos el sitio, y bajé a preguntar. Nuestros vecinos de ambos lados, el belga y el inglés hablaban entre sí y me dijeron que esperaban el hueco, que eran amigos del británico y venían de Bolnuevo porque les habían dicho que hoy quedaba libre nuestra parcela. Me disculpé, explicándoles que habíamos prolongado una noche más nuestra estancia y que habíamos solicitado permiso y nos lo habían concedido. Ellos respondieron que no pasaba nada, que iban a estar allí varios meses y que una noche no suponía nada. Antes ya, nuestro locuaz vecino belga había hecho un chiste al inglés que estaba allí diciéndole que ya le había dicho que tenía que haber sido un vecino más ruidoso o molesto. Nos comentó que los que nos habían precedido en nuestra parcela habían venido para tres días y se habían quedado quince.

Un poco después el hijo de Domingo, con quien se turnaba para atender el área, los situó en otro lugar.

Por la tarde, Angel mantuvo otra conversación con nuestro anfitrión y me contó que a partir de las 17 horas los guiris varones...se aburren y se van a la oficina de Domingo donde tienen cervezas y algo más fuerte reuniéndose para charlar y matar esas horas de la noche hasta la cena (que por otro lado ya sabemos que no es muy tarde). Y él les atiende pacientemente hasta que los deja a cada uno en “su casita”. Y es entonces cuando Domingo se va al suya.

Así que de nuevo la hora de irnos a la cama llego en un abrir y cerrar de ojos y nos preparamos para partir mañana a las 9 menos cuarto hacia Pulpí.

Nos despertamos pronto, nos levantamos, descargamos agua y 15 minutos antes de las 9 partíamos a nuestro destino. Pero no sin antes despedirnos de nuestros vecinos belgas, esta vez la pareja con su jovencito amigo peludo,  un teckel muy salado. Y me despedí con pena. Nos hemos sentido muy cómodos por lo que me prometí regresar, posiblemente al año que viene, después de jubilarme, feliz acontecimiento que acaecerá en febrero del 2021 (si alguien o algún acontecimiento no lo impide).

La geoda
Llegamos a la geoda (37.381956; -1.483076) unos 40 minutos después de salir, a las 9,30 y nuestra cita era a las  10 para comenzar la visita a las 10,30.

La Mina Rica está situada en Pulpi, cerca de San Juan de los Terreros en Almería, junto a una pequeña cadena  de cerros de unos 500 m de altura y de acceso muy fácil. 

Es una antigua mina de hierro y plata muy rica y explotada hasta 1999 coincidiendo con el descubrimiento de la geoda gigante. Ya el año pasado había leído algo de ella despertando mi curiosidad, pero únicamente se podía visitar virtualmente, en 3D, y esta forma no me atraía especialmente. Pero en agosto se abrió al público y hubo mucha publicidad en distintos medios de comunicación, así que inmediatamente pensé que podría ser nuestro destino para estrenar nuestra autocaravana. Así que como no era nada complicado, destino alcanzado.

A la hora en punto nos reunimos una docena de personas alrededor de nuestro guía, Manuel quien nos hizo una breve introducción al entorno. 


















Descendimos por unas rampas a la entrada donde nos entregaron un casco y nos dieron unas normas para introducirnos inmediatamente después a las galerías de la mina por las que circulamos. Antes por aquí transitaban y trabajaban los mineros en unas condiciones muy duras, y ahora, servían para dirigir a los turistas a través de ellas a un lugar único.

En nuestro recorrido Manuel nos fue enseñando las distintos minerales que se encontraban en esta mina, las vetas, como se trabajaba en ella, como se vivía, y desentrañando el significado de lo que nos encontrábamos a nuestro paso como unos palotes grabados en la roca que indicaban las vagonetas que salían cargadas ya que debían de sacar un número determinado y si no era así, no cobraban su jornal, aunque solo les faltara una sola.  


En un punto determinado de nuestro recorrido, apagaron las luces y Manuel iluminó la pared con un dispositivo que emitía una luz especial. Mágicamente, los distintos minerales que la componían reaccionaron a esta luz emitiendo colores bellísimos: pequeños puntitos azules, manchas verdes cobrizas, otros de colores rojizos o anaranjados,… sorprendentemente  bello e inusual. Y siento si me repito pero me encanta seguir sorprendiéndome con esta cosas, aparentemente tan sencillas  y sobre todo, hallarlas tan cerca de mi casa. Como cito al inicio del relato, no nos damos cuenta de que estamos rodeados por lo extraordinario.


Y seguimos adentrándonos hasta llegar a la geoda partida, llamada así porque los mineros la rompieron para seguir excavando y que presenta hermosos cristales de color grisáceo.  Poco después llegamos a nuestro destino, al momento que cada miembro del grupo esperaba.



















Manuel descendió por unas escaleras metálicos y dijo que fuéramos bajando de dos en dos. Junto a él nos quitábamos el casco y el gorro, le entregábamos el móvil si queríamos que nos hiciera una foto y nos indicaba como asomarnos a un agujero practicado en la pared por la que cabía medio cuerpo. Una vez que estábamos con medio cuerpo introducido a través de este agujero, casi engullidos por él, se encendía la luz del interior que duraba el mismo tiempo para todos.

Y la magia se hizo, y la belleza llenó nuestros ojos hasta desbordarlos. Es… de las cosas más fascinantes y hermosas que he podido contemplar en mi vida.

Ante mi súbitamente apareció una cavidad tapizada de enormes, gigantescos cristales blancos que crecían en todas direcciones. Parecía la morada de supermán. ¡Qué belleza!. Algunos podían medir más de un metro creciendo en todas las direcciones y desafiando las Leyes de la Gravedad. Era un escenario  irreal, casi onírico, que no pertenecía a este mundo si no al de la imaginación o al de los sueños. Es difícil encontrar un calificativo que pueda definir lo que nuestros ojos contemplaron durante unos, …no sé porque contemplando esta maravilla se pierde la noción del tiempo, ¿segundos? ¿algún minuto? Para mi fueron unos instantes que me sumergieron en un hermoso sueño.


Y así íbamos bajando por parejas, deshaciéndonos de nuestros cascos y asomándonos por una ventana al sueño  del cristal blanco. Nadie decía nada. Manuel nos hacia una foto de nuestras posaderas y con el resto del cuerpo engullido en esa fascinante irrealidad, y luego sentados frente al agujero de acceso. Como no se permitía hacer fotografías dentro, las que aparecen aquí son sacadas de la web.

Nos dijo que estaba completamente monitorizada, las 24 horas al día, con la universidad de Murcia donde controlaban varias variables observando su comportamiento. Ante cualquier dato que indicara un posible deterioro,  se cerraría su acceso de forma inmediata.
Fascinados, mudos aún por la emoción, ascendimos de nuevo buscando ya la salida. Manuel nos dijo que trabajaban para la apertura de nuevas galerías que en poco tiempo estarían habilitadas y que siguen encontrando más geodas. Nos enseñó minúsculos agujeros por donde introducían cámaras descubriendo detrás de algún muro alguna geoda nueva.

Así que cuando esto ocurra, regresaremos para seguir participando de este lugar único y espectacular, de una belleza deslumbrante. NO existe nada igual. Y he sido testigo de esta singularidad.

Nos enseñó también un mineral que nos dijo que era único en el mundo, hasta ahora, la celestina, pero si bien este es habitual, lo que lo hacía único era su color blanco en lugar de azul.







Y pusimos rumbo a los baños de La Fortuna a donde llegamos un poco después de comer. Ya he comentado en otros relatos que nos gusta pasar una hora o dos en sus aguas dentro de un complejo que dispone, entre  otros alojamientos, de camping. Pero quiero añadir que cuando llegamos, me enfadé.

Y es que no pudimos reservar en el camping porque en el puente que comenzaba ahora, requerían una estancia mínima de tres noches. Tampoco  podíamos aparcar en su gran aparcamiento, vacío, debajo de los sombrajos de paneles solares porque la altura no nos daba, y tampoco junto a la pared del camping porque estaba prohibido expresamente a autocaravanas para impedir que se quedaran a pernoctar,  así que la dejamos al otro lado de los paneles, pero resulta que tampoco podíamos dejarla allí. Ante tanta negativa expresé mi comprensión, pero también que debían facilitarme un lugar donde poder estacionar cómodamente si únicamente quería utilizar el balneario y no deseaba alojarme….por más de una noche.  Entonces me comentó que algunos autocaravanistas dejaban sus vehículos donde pensábamos pernoctar y bajaban caminando 300 metros en albornoz y chancletas regresando después esa distancia mojados, aunque existía la posibilidad de ir y volver vestidos y utilizar los vestuarios del balneario. Ante esta afirmación volví a ponerme reivindicativa respondiendo que parecíamos unos clientes de “segunda categoría” y que no comprendía porque tenían un complejo maravilloso para alojar a diferentes tipos de turismo, aunque principalmente era el de autocaravana, y que carecieran de un área donde acoger estancias limitadas en tiempo y que ellos incluso, podrían igualmente limitar a días en función de la temporada u ocupación y que funcionara como otras áreas. Además de acoger este tipo de turismo temporal, obtendrían beneficios de ellos, ya que podrían optar por poner una tasa de estancia e incluso por llenar y vaciar depósitos, sin olvidar que además de hacer uso de su balneario, también lo podríamos hacer de su restaurante u otros servicios que ofrecen. No sé si por aburrimiento terminó por decirme que era una sugerencia que transmitiría a su superior.

Y la hora de  cenar nos llegó casi sin darnos cuenta. Mañana regresaremos a casa, justo con el comienzo del puente de la Constitución finalizando así el estreno de una nueva ilusión, aunque también y como todo, fuente de preocupación. Ya me queda poco para poder ser dueña de todo mi tiempo y no tener que depender de fines de semana o festivos y sobre todo, de tener que limitar mi tiempo porque he de regresar a trabajar. Queda poco, sí, pero también posiblemente lo más duro.

Y termino de perfilar este relato en el día 20 del confinamiento al que hemos sido obligados todos con motivo de la pandemia originada por el Cobid 19, confinamiento que previsiblemente terminará el día a finales de abril, aunque ahora, nada, nada es previsible. Tiempos extraños nos tocan vivir, muy extraños.


Boadilla del monte, Abril de 2020.
Día 24 de confinamiento

Mª Angeles del Valle Blázquez.